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miércoles, 16 de septiembre de 2009

Sr. Maestro


 
imagen sacada del sindicato ANPE 
   Ahora que la Comunidad de Madrid, ha decido dar el primer paso para darle rango de autoridad a los profesores, se han hecho eco los principales diarios, El PaísEl MundoABC, me pregunto ¿cómo se puede haber llegado a esto?

   Recuerdo cuando era pequeño, que al hacer alguna trastada en el colegio, que las hice, no les quepa duda, el “maestro” (como siempre le hemos llamado), me soltó alguna que otra colleja, tirón de orejas, capón, etc. Y ni por asomo se me hubiera ocurrido ir a decirle a mi padre (que no era ningún ogro), que el maestro me había dado un capón, pues seguramente el me hubiera contestado:
 
   - Algo habrás hecho….. Seguido de una sonora colleja.
 
   Y si el maestro llamaba a tu padre o madre para hablar con el, te convertías en sospechoso al instante, no como ahora que algunos ni van y cuando llegan van con la presunción de inocencia de su hijo por delante y a capa y espada.
 
   Y no por ello me he convertido en un delincuente, ni tengo trastornos, ni nada parecido.
 
   Pero no nos engañemos los niños son traviesos, embusterillos y mentirosillos por naturaleza, esto no quita que entonces hubiera maestros/as que abusaran, al igual que hoy, y haya que relajarse totalmente.
   
   Todo esto nos lleva a preguntarnos ¿quién es el culpable de que los maestros hayan perdido autoridad frente a los alumnos?, ¿los padres, los alumnos o los propios maestros?

   En mí sincera opinión, los padres somos los principales culpables, y voy a ilustrarlo con un ejemplo:

   Si yo no dejo que mi hijo acuda al colegio con un teléfono móvil, estaré evitando que cause molestias en clase, que se ponga a jugar en clase, que grabe videos ofensivos contra el maestro, etc.

   La solución, no la sé, pero creo que esta medida es un paso positivo para mejorar la educación de nuestros hijos, aunque no hay que olvidar que en casa también hay que educarles y enseñarles a respetar.
   Aunque hay que pensar, si no habría que modificar también la Ley del Menor, aunque eso es "harina de otro costal"

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